El espárrago es una de las hortalizas más ricas en proteínas, además de que contiene bastante fibra, vitaminas A, B, C y E y minerales como potasio, fósforo, hierro y magnesio. El consumo de esta hortaliza es tan antiguo que los primeros documentos que se conservan y que nos hablan del espárrago datan del año 3.000 a.C, y además, existen representaciones en forma de pinturas en varios monumentos egipcios, ya que era considerado como una ofrenda para los dioses.
Es importante mencionar también que su contenido de ácido fólico contribuye a la creación de células nuevas y a la formación de glóbulos rojos, y que además, contiene saponinas, compuestos fitoquímicos bioactivos a los que se les reconoce científicamente actividad antitumoral frente a distintas líneas celulares cancerígenas.
Su poco contenido calórico (solamente 23 kcal por cada 100 g) permite comerlas con tranquilidad sin aumentar de peso; igualmente, por ser una importante fuente de potasio, interviene en la eliminación de líquidos corporales y en otros procesos como la calcificación ósea, la construcción de la masa muscular y el buen funcionamiento del corazón.
Se recomienda comerlos crudos en ensaladas, o bien, solos con jugo de limón. Si se consumen envasados, podrían disminuir sus propiedades diuréticas en vista de que contienen mucha sal, por lo que hay que eliminar bien el jugo y aclararlos con abundante agua fresca.